Sobre el cambio en el huso horario y la demanda de energía
Por Mariano Rabassa* y Juan Pablo Sitler**, 7 de Enero 2014, publicado originalmente en el blog Foco Económico
Las recientes olas de calor que azotaron a gran parte de la Argentina han puesto nuevamente en el centro de atención a la inversión en el sector de distribución de electricidad. Sabido es que lamentarnos por la falta de inversión no va a solucionar los masivos apagones en el corto plazo. Si no queremos estar bajo los designios de la madre naturaleza debemos encontrar alguna forma de desalentar el consumo de electricidad en el corto plazo. Adelantar el huso horario, si bien resulta atractivo desde el punto de vista racional para reducir el consumo eléctrico, ha demostrado ser una política ineficiente en Argentina… veamos por qué?
El racionamiento vía precios es para la mayoría de los economistas el camino más eficiente para regular el consumo eléctrico. Sin embargo, dada la delicada situación social que está atravesando el país el gobierno prefiere alguna otra forma de racionamiento que sea menos conflictiva. En este contexto, Mauricio Macri, Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sugirió al gobierno nacional la aplicación del cambio del huso horario de verano.
La idea que está detrás del ahorro de energía cuando adelantamos la hora en el verano es bastante intuitiva. Supongamos que en una ciudad amanece a las 6:00 y que el sol se pone a las 20:00, proveyendo 14 horas de luz natural. Supongamos adicionalmente que la mayoría de las actividades comienzan a las 7:00 y que culminan bien entrada la noche; a las 22:00. Por lo tanto hay una hora durante la mañana (de 6:00 a 7:00) en la que hay luz solar pero muy pocas actividades desarrollándose y dos horas a la noche (de 20:00 a 22:00) donde el sol ya se puso pero la gente continúa -bajo luz artificial- con un alto nivel de actividad.
¿Qué pasaría si adelantamos el reloj una hora? Si las personas planean sus actividades en base al reloj y no al sol, deberíamos esperar un ahorro de energía. Amanecería ahora a las 7:00 justo cuando la gente comienza sus actividades y anochecería a las 21:00. De ese modo se estaría aprovechando una hora de luz natural a la mañana y se estaría reduciendo la necesidad de luz artificial a la noche, ahorrándose energía sin mayores costos.
Ya en 1784 Benjamín Franklin advocaba por el potencial ahorro de energía de esta simple redistribución de las actividades durante el día. En un viaje a París había notado que la gente se levantaba al mediodía y permanecía hasta altas horas de la noche en reuniones sociales consumiendo enormes cantidades de velas. Para Franklin esto constituía un despilfarro de recursos, el cual incluso cuantificó en un libro: An Economical Project for Diminishing the Cost of Light.
Intrigados por cuantificar el potencial ahorro energético producto del cambio del huso horario estuvimos parte del año pasado estudiando los datos de consumo de electricidad para el período 2007-2009, la última vez que se aplicó el cambio del huso horario de verano en la Argentina. De nuestra investigación se desprende que el adelantamiento del huso horario en la Argentina no ahorraría electricidad.
¿Cómo puede ser que una política tan intuitiva no genere el resultado esperado?
Vayamos por parte. Para poder identificar el impacto del cambio del huso horario sobre la demanda de electricidad nosotros utilizamos un experimento cuasi-natural producto de aplicación diferencial de la política entre los veranos del 2007-08 y 2008-09.
El 21 de diciembre de 2007 un decreto presidencial reintrodujo el cambio del huso horario como parte de un plan nacional de eficiencia energética (Programa Nacional para el Uso Racional y Eficiente de la Energía Eléctrica, PRONUREE). La política proponía adelantar una hora el reloj (de GMT-3 a GMT-2) desde diciembre 30 de 2007 hasta marzo 15 de 2008. Una semana después el Congreso Nacional convirtió el cambio del huso horario en obligatorio para todo el territorio nacional (Ley 26350).
Muchas provincias, especialmente en el oeste del país, se quejaron por la medida ya que amanecería muy tarde[1]. Debido a esto la aplicación del cambio del huso horario en el verano del 2008-09 fue voluntaria (aunque en este caso se aplicó desde el 18 de octubre de 2008 al 15 de marzo de 2009). El cambio en la aplicación de la política sirve como un experimento cuasi-natural.
El siguiente gráfico sirve para motivar nuestros resultados. Se puede ver el consumo de electricidad (en el eje vertical) de acuerdo a la hora del día (en el eje horizontal) para el grupo de provincias tratadas con el cambio del huso horario durante el período 18 de octubre al 30 de diciembre (las que optaron por el adelantamiento del reloj) y las provincias que utilizamos como control (las que optaron por no adelantar la hora). Las zonas en gris corresponden a los horarios del día en los cuales la aplicación de la política debería tener efectos sobre el consumo.
En el periodo 18 de octubre al 30 de diciembre la política sólo se aplicó en el año 2008 (línea sólida más oscura). Esto se puede apreciar claramente en el panel superior. Como explicamos anteriormente, el adelantamiento de la hora generó un aumento de consumo a la mañana (entre las 6:00 y las 8:00) ya que amaneció más tarde; y una disminución del consumo (entre las 20:00 y las 22:00) ya que anocheció también más tarde. El argumento clásico es que la disminución del consumo por la tarde-noche debería más que compensar al aumento del consumo por la mañana, simplemente porque el nivel de actividades es menor a la mañana.
El punto central para entender la efectividad de la política radica en la demanda en las últimas horas del día. En el panel superior se puede apreciar como en el 2008 aumentó la demanda después de las 22:00. ¿Cómo se explica este aumento? La adaptación de la gente a la política. Culturalmente la gente en la Argentina no está acostumbrada a cenar antes de la puesta del sol. El adelantamiento de la hora hace que el sol se ponga una hora más tarde y que la gente espere hasta más tarde para cenar. Eso a su vez produce un retraso de cualquier actividad que realicemos después de cenar.
Para entender cuál fue el efecto neto del mayor consumo por la mañana y por la noche, y la disminución del consumo por la tarde-noche, hay que controlar por otros factores que pudieron haber afectado a la demanda de electricidad: principalmente el clima, el nivel de actividad económico y la cantidad de días laborales.
En nuestro estudio controlamos por todos estos factores, más una serie de efectos fijos temporales y geográficos. Encontramos (en forma preliminar) que el consumo de energía no disminuyó cuando se aplicó la política y de hecho pudo haber aumentado -aunque la magnitud del aumento es baja y no siempre significativa.
Mirar el efecto promedio puede dar una imagen sesgada sobre la conveniencia de aplicar el cambio del huso horario. En última instancia lo que suele importar, al menos durante el verano, es reducir los picos de consumo. Los picos de demanda suelen ser los responsables de las mayores pérdidas económicas y de los cortes de luz. Estos picos se dan generalmente cerca de las 22:00, aunque en los días de mucho calor pueden ocurrir temprano a la tarde (en estos últimos casos el cambio del huso horario propuesto no afectaría a la demanda pico).
Cuando miramos el efecto de la política sobre los picos de consumo no encontramos impactos significativos. Es decir, el cambio del huso horario no habría sido efectivo ni para reducir la demanda diaria ni para reducir los picos de consumo.
También analizamos el momento del día en el cual se daba el pico y pudimos demostrar que ante el cambio del huso horario el pico de demanda se retrasaba aproximadamente 40 minutos. Dado que el pico de consumo antes del cambio de la hora solía ocurrir más de una hora después de la puesta del sol, este resultado refuerza nuestra hipótesis de la adaptación a la política.
En definitiva, se puede pensar al cambio del huso horario como un problema de acción colectiva: sería socialmente beneficioso aprovechar las horas de luz natural durante la mañana, sin embargo, no podemos ponernos de acuerdo para actuar todos simultáneamente. El cambio del huso horario sería entonces un mecanismo para engañar a los agentes, pero estos no se dejan engañar tan fácilmente y termina ajustando su comportamiento. Esta adaptación de los agentes a la política termina socavando su efectividad.
[1] De hecho a la Argentina le corresponden los husos horarios GMT-5 y GMT-4 aunque oficialmente use GMT-3 para todo su territorio, por lo cual en el este del país ya estaríamos en un permanente huso horario de verano.
*Mariano Rabassa, Licenciado y Magister en Economía (UNLP) PhD Agricultural and Resource Economics(University of Illinois). Profesor UCA e Investigador Asistente de CONICET. Es también Profesor del Diploma Superior en Derecho y Economía del Cambio Climático ofrecido por FLACSO Argentina en la materia Economía de los Recursos Naturales y Cambio Climático.
**Juan Pablo Sitler, Licenciado en Economía (UdeSA).