Cambio Climático: Certezas y Proyecciones
Por Vicente Barros,* cortesía de la Revista Todavía, Fundación OSDE.
Las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes de las actividades humanas han sido la principal causa del inusual calentamiento del planeta durante los últimos 100 años; este proceso que aún continúa se conoce como cambio climático, pues implica una importante transformación no sólo en la temperatura, sino en las otras variables climáticas como las precipitaciones y los vientos.
La atmósfera terrestre está compuesta en su mayor parte por nitrógeno y oxígeno que casi no absorben la radiación solar ni la radiación invisible que emite la superficie del planeta. Pero, incluye en muy bajas proporciones otros gases que sí son muy efectivos en absorber gran parte del calor emitido desde la superficie terrestre al espacio exterior. De estos gases, denominados de efecto invernadero (GEI), los principales son el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Sin ellos, la Tierra sería unos 30°C más fría.
Por la teoría de la física de la radiación electromagnética, se sabe ya desde el siglo XIX que al aumentar la concentración de estos gases en la atmósfera, se incrementa la temperatura del planeta. Esta primera certeza científica sobre el cambio climático está sustentada en comprobaciones experimentales como la comparación con las atmósferas de otros planetas y los registros paleoclimáticos, que muestran una variación simultánea de la temperatura y de la concentración de los GEI.
Las actividades humanas no pueden modificar directamente la concentración del vapor de agua en la atmósfera, porque este está regulado por la temperatura que condiciona su remoción a través de la condensación o congelación en las nubes. En cambio, existen claras evidencias de que las emisiones antrópicas de los otros GEI han modificado sus concentraciones atmosféricas. A partir de la revolución industrial, debido a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la producción de energía, se han liberado grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, emisiones que han tenido un crecimiento exponencial desde entonces hasta la fecha, y a las que se suman las producidas por la deforestación, que son cuatro veces menores. Lo mismo ocurrió con las emisiones de los demás GEI por otras actividades. A pesar de que parte del dióxido de carbono emitido esté siendo captado por los océanos, por la biosfera y a través de esta, por los suelos, casi la mitad se está acumulando en la atmósfera. Por ello se ha producido un incremento de sus concentraciones de alrededor del 30% en los últimos 150 años. En el mismo período, la concentración de metano en la atmósfera aumentó el 150% y la del óxido nitroso, un 16%. […]
Las concentraciones de GEI permanecen por décadas y siglos en la atmósfera y además el ajuste térmico del sistema climático a estas es también lento. Por lo tanto, la temperatura aumentará en las próximas tres décadas, más allá de qué escenario de emisiones de GEI se concrete. Es decir, que parte del cambio climático ya es inevitable y, por lo tanto, la humanidad tendrá que afrontarlo; no sólo mitigarlo reduciendo emisiones, sino adaptarse a las nuevas condiciones, lo que en algunas regiones implicará un pesado lastre para el desarrollo. [Ver el artículo completo publicado por la Revista Todavía, N. 28, Fundación OSDE, 2010.]
* Vicente Barros es Investigador Superior del CONICET, Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, y Profesor Emérito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires.
Exacta y breve descripción del tema “Calentamiento Global de la Atmósfera”. En las diferentes Comisiones de la OMM se han evaluado, a través de campañas de medición de gases en la atmósfera, los efectos de aquellos en el calentamiento del aire. La mayor preocupación en la Comisión de Ciencias de la Atmósfera (CAS), a nivel internacional es medir y tratar de incorporar en los Modelos Climáticos las concentraciones de los diferentes GEI, como así también los gases contaminantes. Casi se podría llegar a decir que el problema en cuestión se “reduce” a tener en cuenta las concentraciones de los diferentes GEI.