Romper el Chaleco de Bali, Clave para Avanzar en un Acuerdo de Clima
Por Raúl A. Estrada Oyuela, 2 de Noviembre de 2010 © Ambiente y Comercio
La “hoja de ruta de Bali”, o el Plan de Acción de Bali, como se prefiera llamarlo, se ha convertido en un chaleco de cemento que hunde las negociaciones con las que se procura acordar los métodos para mitigar el cambio climático, preservando las condiciones de competitividad comercial internacional. Después de tres años de buscar entendimientos, en los temas sustanciales las posiciones no se han acercado, como si se siguiera el modelo de la Ronda de Doha. Los vidrios de colores ofrecidos como contribuciones financieras a los países en desarrollo, son señuelos atractivos para los que tienen baja participación en las emisiones globales. Ni resuelven el problema central, ni se concretan en las cantidades anunciadas. La suma de aspiraciones que contiene el PAB se fue haciendo más minuciosa y contrapuesta en cada uno de los ejercicios de negociación, extendiendo los documentos y haciendo más remoto el acuerdo. Ni aun en la deforestación evitada, que no soluciona la cuestión, los supuestos acercamientos resisten un análisis cuidadoso.
Está unánimemente anunciado que no se obtendrán resultados significativos en Cancún. Manteniendo las estructuras de la Convención y el Protocolo, que por su valor legal tienen fuerza aglutinante, es hora de reconsiderar los supuestos sobre los cuales se trabaja. Las condiciones más favorables para negociar un instrumento internacional se dan si antes un grupo representativo y técnico, pero de composición limitada, ofrece una base de trabajo. Los casos ideales han sido las convenciones de originadas en la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas. Después del proyecto fantasma llevado por Dinamarca a la COP 15 y la exótica negociación de los Estados Unidos con los cuatro miembros del BASIC (Brasil, China, India y Sudáfrica) que produjo el nonato “Acuerdo de Copenhague”, cualquier intento de consultas a un grupo limitado, despierta sospechas.
Una vez más hace falta un liderazgo que inspire confianza. En el año que ha transcurrido desde la COP 15, México no ha demostrado esa capacidad, y no hay por el momento indicios para esperar que Sudáfrica pueda ofrecerlo para el 2011. La razón puede ser que ninguno esos países ha asumido que hoy deben dar un paso al frente en materia de compromisos de mitigación.
También es preciso que China comprenda que siendo hoy la mayor fuente de emisiones, el mayor consumidor de energía, el mayor acreedor de los Estados Unidos y un gran productor de celdas fotovoltaicas y reactores nucleares, no puede seguir pretendiendo el trato que la comunidad internacional está dispuesta a otorgar a otros países en desarrollo. Hay indicaciones que Corea del Sur ha comprendido su nueva situación, pero aun falta que asuman sus responsabilidades del siglo XXI la India que no quiere incorporar las emisiones de su agricultura en las acciones de mitigación, Brasil que crece como productor de petróleo, e Indonesia.
Todd Stern, Representante Especial del Presidente Obama para las negociaciones sobre el clima, en una conferencia pronunciada el 8 de octubre en la Escuela de Derecho de la Universidad de Michigan [1], parecía vivir en otro mundo cuando sostuvo que la falta de definición de los Estados Unidos sobre su política para mitigar el cambio climático, no bloquea el proceso. Destacó la responsabilidad de los países en desarrollo mencionados más arriba, pero olvidó que Australia, Canadá, Japón y Rusia explícitamente esperan la definición norteamericana para comprometer su contribución. Del total de 18.000 millones de toneladas equivalente CO2, esos cuatro países suman 4.900 millones, y los Estados Unidos por si sólo aporta 7.000 millones[2]. También se equivoca cuando sugiere que la solución puede darse en una negociación por fuera de la Convención: parece olvidar el inútil ejercicio con las mayores economías iniciado por Bush y continuado por Obama al comienzo de su mandato.
Parece imperioso romper la rigidez del chaleco de Bali, con sus vías separadas y sus “building blocks”, que han obstruido más que construir. Los documentos de negociación que circulan son un laberinto para los más avezados. Los grupos y subgrupos de negociación constituyen una Babel sin gramática. Como sabemos, de los laberintos se sale por arriba y el único órgano que se encuentra por encima de este escenario es la Mesa Directiva común que tienen la Conferencia de la Convención y la Reunión de las Partes del Protocolo.
Con un liderazgo eficiente, un ejercicio de consulta, no de negociación, realizado por los miembros de esa mesa ampliada con no más de otros 20 representantes de los distintos grupos de interés, puede utilizarse para buscar cómo salir del chaleco. Las formas posibles son tantas como la imaginación lo permite, pero deben contener compromisos de mitigación claros y verificables de todos los actores principales, incluyendo los mega países en desarrollo, y deben concretarse en instrumentos jurídicamente vinculantes porque solamente con ellos será posible preservar el equilibrio en las condiciones de competitividad, que están en la raíz de la actual controversia. Si ese equilibrio no se preserva, las medidas de mitigación que algunos países adoptarán, irremediablemente concluirán en medidas restrictivas del comercio internacional.
[1] http://www.state.gov/g/oes/rls/remarks/2010/149429.htm
[2] Datos de 2007, que son los últimos disponibles al escribir estas líneas, tomados del documento FCCC/SBI/2009/12, utilizado en la COP 15.
El articulista concluye: «Si ese equilibrio [en las condiciones de competitividad comercial; mi aclaración] no se preserva, las medidas de mitigación que algunos países adoptarán, irremediablemente concluirán en medidas restrictivas del comercio internacional.» Concuerdo con el articulista y agrego una pizca de fatalismo. En un mundo con países grandes y muy dependientes del comercio exterior, esas posibles trabas al mismo podrían conducir a un aumento peligroso de la belicosidad internacional; ésa de la pólvora y el acero y (espero que no) la de los neutrones, los protones y otras yerbas por el estilo.
Parece altamente probable, como señalan nuestros colegas,
que no habrá definiciones claras y que la incertidumbre nos acompañará por un tiempo (¿prolongado?). Esto significa
-y ello sólo mirando el panorama como exportador del Cono Sur-que la Huella de Carbono será de 2011 en más, un elemento que muchas empresas exportadoras de nuestra Región deberán incorporar a su “manual del exportador”, como en el pasado hicieron con los certificados que detallan las condiciones de origen o como ya quienes exportan productos químicos a la UE deben hacer respecto del REACH (Registro, Evaluación y Autorización). Este Foro puede ayudar mucho a orientarnos.