Argentina presidirá el G-77 en un año clave para el cambio climatico
Por Soledad Aguilar, 30 de Septiembre de 2010. © Ambiente y Comercio
Argentina asumirá el liderazgo del grupo de 133 países en desarrollo, más China, conocido como el G-77, durante 2011 y deberá reflejar la posición del “Sur” en las negociaciones sobre cambio climático. El G-77 hoy representa tanto al mayor emisor global (China), como a los países más vulnerables al fenómeno climático (pequeños estados insulares), y al grupo de países productores de petróleo. Esta noticia nos genera varios interrogantes: ¿Podrá la Argentina domar este revoltoso grupo que funcionó como fuerza de choque contra el avance de las negociaciones durante Copenhague y presentar una posición positiva para lograr un acuerdo en Sudáfrica? ¿Cómo balanceará su interés por el logro de un acuerdo con la vocación obstruccionista de sus miembros más activos, como la OPEC? La respuesta, a mi entender, radica en lograr una fuerte coordinación latinoamericana en el seno del G-77.
Muchos negociadores interesados en el logro de un acuerdo seguramente tomarán la noticia de la presidencia Argentina del G-77 como un soplo de aire fresco para el logro de la conclusión de negociaciones en 2011 (recordemos que el primer período de compromiso del Protocolo de Kyoto finaliza en 2012). Luego de más de una década en la cual el G-77 fue mayormente liderado por países con fuertes intereses o afinidad con productores de petróleo – Nigeria, Irán, Venezuela, Marruecos, Qatar, Pakistán, Sudán y Yemen en los últimos 10 años solamente – la Argentina sugiere una posición más favorable al progreso en la negociación sobre cambio climático.
Sin embargo, la realidad presenta varios matices. Durante la reunión de Copenhague, por ejemplo, la participación Argentina fue más cercana a Venezuela y los países que frenaron el Acuerdo de Copenhague, que a su tradicional posición de amigable componedor entre el Norte y el Sur. Además, lo que podría considerarse una oportunidad para avanzar los intereses Latinoamericanos en un futuro acuerdo de clima, se topa con un grupo regional desmembrado. A diferencia del Grupo Africano, o la Unión Europea, el Grupo de Latinoamérica y el Caribe (GRULAC) no funciona como grupo de negociación y coordinación regional en el foro de cambio climático.
Latinoamérica no coordina regionalmente por tener posiciones históricamente muy diferentes en su seno. Por un lado, el mayor emisor de la región, Brasil, negocia con los ‘peso-pesados’ de la negociaciones, el grupo BASIC (Brasil, India, China y Sudáfrica), quienes han desbancado a la UE para constituirse, junto con Estados Unidos, en los actores principales en este proceso. Por otro lado, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia simpatizan con los países productores de petróleo y, con un discurso anti-imperialista, terminan por apoyar muchas de las posiciones de aquellos. Finalmente, México quien pertenece al GRULAC, pero no al G-77, se alía con los países preocupados por la integridad ambiental (Suiza y República de Corea).
Luego están los Caribeños, quienes participan en la Alianza de Pequeños Estados Insulares en desarrollo buscando acciones concretas y ambiciosas en materia de mitigación, y el resto de los países de la región, como Argentina, Chile, Costa Rica, Colombia que oscilan, de acuerdo a los gobiernos de turno, entre posiciones más o menos amigables al logro de un acuerdo global sobre el cambio climático.
Resulta por tanto difícil lograr la unificación latinoamericana dentro de este contexto. Sin embargo, la falta de coordinación parece obedecer más a una estrategia negociadora de los grupos mencionados, que a la falta de un interés común. Si bien hay una diversidad de intereses en Latinoamérica, no es menor que aquella existente en Africa o en Europa, y sin embargo éstos grupos logran presentar una agenda común.
A Latinoamérica, por su vulnerabilidad al cambio climático especialmente en zonas costeras y aquellas que sufren los efectos de fenómenos como ‘el Niño y la Niña,’ sumado a su baja participación en las emisiones globales, le conviene el logro de un acuerdo global con metas ambiciosas de mitigación que a la vez canalice recursos para enfrentar la deforestación (la cual constituye la mayor fuente de emisiones en América Latina).
La coordinación regional dentro del grupo GRULAC debiera ser un objetivo clave para la presidencia Argentina del G-77, si se procura ejercer la presidencia del G-77 de manera proactiva para la región latinoamericana. Una presidencia proactiva podría ser conducente al logro de un acuerdo global sobre clima a fines de 2011, y también resultar positivo para México quien presidirá las negociaciones durante 2011 y para Brasil quien dentro del grupo BASIC tiene una política un tanto más moderada que sus socios chinos. También saldrían beneficiados los países centroamericanos y caribeños quienes son los más vulnerables al cambio climático y ven su posición, que procura un acuerdo ambicioso sobre clima, ignorada por el liderazgo histórico del G-77 (el cual tradicionalmente obstruyó cualquier avance importante en este proceso).
De no lograr una posición latinoamericana fuerte sobre la cual apoyarse, la Argentina se encontrará ante la incómoda situación de tener de bloquear todo avance en las negociaciones (rol que gustosamente ejerció Sudán durante Copenhague). Tal situación acarrearía el consiguiente costo para el país (que recordemos también integra el G-20) y para la región en su conjunto ante un eventual fracaso de las negociaciones. La designación de negociadores avezados, y la preparación previa al interior de la región, serán pues claves para Argentina en 2011. Esperemos que un probable cambio de gobierno durante la semana clave de negociaciones en Sudáfrica en diciembre de 2011, no empañe o impida su mejor desempeño.