Publicación: White Paper. Alianza de Ciudades por el Clima
Las ciudades producen el 75% de las emisiones globales de dióxido de carbono, y son claves para lograr el objetivo de 1.5 °C delAcuerdo de París (REN21, 2019). Al mismo tiempo, su población, infraestructura y medios de vida son vulnerables a los efectos del cambio climático. De esto se desprende la necesidad de generar ciudades descarbonizadas, resilientes y adaptables para alcanzar un futuro sostenible. En su primer semestre, la Alianza de las Ciudades por el Clima trabajó en la planificación de ciudades descarbonizadas, resilientes y adaptables, abordando tres ejes principales: la adaptación basada en los ecosistemas; los desafíos de la descarbonización en el sector sostenible); y los mecanismos de gobernanza y participación ciudadana para el cambio climático.
El trabajo en torno a los tres ejes involucró la identificación y presentación de buenas prácticas de ciudades miembro de la Alianza. Las buenas prácticas fueron ordenadas siguiendo la lógica de un esquema de planificación dividido en tres etapas: 1) de diagnóstico y trabajo preliminar; 2) de planificación, gobernanza y participación; y 3) de implementación, monitoreo y mejora continua. Las jurisdicciones miembro de la Alianza se encuentran en diferentes etapas del esquema de planificación propuesto.
En la primera etapa de diagnóstico y trabajo preliminar se propone al equipo técnico de la jurisdicción realizar un análisis de riesgo y un inventario de gases de efecto invernadero (GEI). Para esto, es imprescindible el insumo de las áreas técnicas dentro del gobierno. Usualmente se necesita información de, por ejemplo, las áreas de energía, transporte, vivienda, infraestructura hídrica o salud. Las ciudades de la Alianza que ya cuentan con un plan, como la Ciudad de Mendoza, Rosario o la Ciudad de Buenos Aires, efectivamente sobre el cual luego basaron su priorización de la acción climática. Como buenas prácticas de esta primera etapa se destacan: el ejemplo de la ciudad de Godoy Cruz que realizó un inventario de GEI con proyecciones a nivel local, y sobre esa base adoptó una meta agregada ambiciosa; la realización por parte de la ciudad de San Salvador de Jujuy de un análisis de riesgo de forma participativa; y el diagnóstico de uso energético del municipio de La Rioja.
En la segunda etapa de los tomadores de decisión elaboran el Plan de Acción Climática bajo el liderazgo del máximo nivel ejecutivo de la jurisdicción (ej. Intendente o Jefe de Gobierno municipal). La construcción del plan se realiza de modo participativo e interinstitucional, involucrando tanto a la sociedad civil como a las diferentes áreas de gobierno. El plan se construye sobre la base de los insumos generados en la etapa de diagnóstico e, idealmente, es adoptado al más alto nivel de la jurisdicción. Como buena práctica de esta segunda etapa se resalta el caso de la Ciudad de la creación de un Comité Municipal de Cambio Climático (CMCC). La ciudad de Salta es otro caso destacado, en cuanto ejecutó procesos participativos para mejorar sus políticas de bicisendas y ciclovías.
Durante la tercera etapa de implementación, monitoreo y mejora continua se pone el plan en práctica sobre el terreno, para el cual se requiere la definición de instrumentos concretos para implementar cada medida, el presupuesto necesario, la comunicación del plan y el sistema de monitoreo y mejora continua. Al ser una etapa significativamente avanzada de la planificación, al momento ha sido alcanzada por menor cantidad de ciudades de la Alianza. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se destaca como un caso que ha logrado consolidar propiamente un sistema de monitoreo y mejora continua efectivo y sistematizado para la totalidad de las medidas que forman parte de su Plan de Acción Climática.
El trabajo del primer semestre de la Alianza de las Ciudades por el Clima concluyó con la adopción de una visión común en la cual se destacan principios rectores para la planificación de la acción climática:
- la naturaleza como aliada en el diseño de ciudades resilientes;
- la acción climática como estrategia de desarrollo inclusivo y bajo en carbono;
- la participación pública como aspecto central de la planificación climática;
- los derechos humanos como criterio central para las acciones de la Alianza;
- la transparencia en el acceso a los datos;
- y la ciencia como base para la acción.
Utilizando estos principios como guías para la planificación de la acción climática a nivel local, se espera potenciar las oportunidades que trae el nuevo paradigma de la sostenibilidad, buscando con creatividad, planificación e ímpetu caminos para superar barreras y planificar ciudades inclusivas y resilientes enmarcadas en economías de bajo carbono.
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